La maldición del silencio
Dos hombres vivían en las afueras de una ciudad y sus casas
lindaban una con otra. Uno de ellos era cristiano, y lo había sido
por muchos años, mientras que su vecino no lo era ni pretendía
serlo.
Ellos iban a sus trabajos todos los días en el mismo tranvía,
y así continuaron por muchos años. Los dos cayeron gravemente
enfermos al mismo tiempo.
La esposa del que no era cristiano se afligió mucho porque
ella era cristiana y se preocupó grandemente porque su esposo era
un hombre perdido y le sugirió la idea de llamar a un cristiano
piadoso para que le compartiera de Cristo.
El movió lentamente la cabeza y le dijo:
"No, de ninguna manera.
Mi vecino es un cristiano, y por muchos años hemos caminado
miles de millas en el mismo tranvía y hemos hablado de todos los
asuntos sobre los que los hombres hablan, pero él nunca me ha hablado
ni una sola palabra acerca de Cristo.
Si un hombre tiene determinada fe y andando tantos años
conmigo, no me ha dicho nada acerca de ella, no debe significar nada para
él.
Si él pudo ir conmigo tantos años en silencio sin
decirme nada sobre el asunto, iré a la eternidad como estoy".
Así murió.
¡Oh si pudiéramos apreciar el valor de las almas perdidas!
- Tomado de Gerge W. Truett y adaptado.
Extraído de Ilustraciones C. L. Neal
Aportado por Javier Huertas.
Muchas gracias hermano.